En mi habitación, en un inútil intento de evadirme de lo que está pasando ahí fuera, escribo estas líneas porque ha estas horas no hay mucha gente despierta,
porque no hay nadie con quién hablar y creo que la conversación conmigo mismo acabará volviéndome loco. Pero mis vocen no se callan. Las oigo continuamente en en mi cabeza, como un eco infinito, nunca callan, nunca dejan de girar, de machacarme. He vuelvo a tomar drogas, me encuentro mal, muy mal.De fondo oigo a alguien toser, es mi padre, hace diez minutos lo he visto llorar en el salón. No asimila lo de mi hermana. Ahora he oído sus pasos rozar la puerta del salón. Está en el aseo. Está vomitando.Lo oigo y se me pasan por la mente mil ideas como formando un círculo perfecto e imaginario delante de mis ojos, ideas que me asustan, ideas que me aterran. Se me acelera el corazón. Estoy a punto de tener una recaída. Creo que lo voy a volver a hacer...Dios mío, tengo mucho miedo, necesito ayuda. Vuelvo a verlo afilado en mis dedos, vuelvo a sentir como se entornan mis ojos al verlo brillar cerca de mi piel. No lo hagas, no lo vuelvas a hacer. Las voces, no callan.Mi madre, en la cocina, la oigo como sigue haciendo cosas, como queriendo estar ajena a lo que sucede, como no queriendo ser consciente de lo que pasa. Creo que ella también tiene su mundo.Tiene tanto miedo como yo. Pero consigue disimular mejor que yo. Quizá sea más fuerte. Quizá esté más rota que yo. Pero lo llevo mal. No puedo más. Estoy comenzando a temblar. Tengo ganas de llorar, tengo ganas de escapar, necesito a alguien que me saque de aquí, por favor, no quiero ver más. No quiero sufrir más. Mi hermano, sigue encerrado en su habitación, no quiere hablar con nadie, no quiere saber nada de nadie. Le he dicho si quería que viéramos una película juntos, para hacerle reir, para hacerle olvidar. Llevo aquí una hora, y todavía no me ha contestado. Sique allí, al fondo del pasillo, escondido, recluído, haciendo quien sabe qué. Tengo la piel de gallina, siento escalofríos recorrer toda mi espalda, desde abajo...hacia arriba, hasta la nuca. No debería haberlas tomado. Cuándo me libraré de ellas? Cuándo dejará mi cuerpo de sentir la tentación de tomaros? Empiezo a tener pánico. Comienzo a marearme. Me cuesta escribir. ¿Ahora qué voy a hacer? No quiero oir voces, no quiero quedarme en silencio, ellas lo aprovechan para decirme que me hiera.Quiero gritar, quiero correr, estoy asustado.
Extraído de "Solo dos deseos"